¡En Málaga, hasta mi Pajero tuvo problemas! Eso de los calentones en verano y el motor se paró en plena siesta. Llamé a mi colega, me dijo que mirara el radiador y, oh sorpresa, casi cero combustible. Los Pajero tienen su encanto, pero hay que cuidarlos bien. Si alguien más sufre, ¡a por ellos! Con un poco de mantenimiento y paciencia, esos tramposos se llenan de caña de nuevo. ¡Qué más da!
Aquí en Barcelona, mi Pajero ha dado muchas vueltas. El problema de la tapicería se hace pesado, sobre todo en invierno. Algunas veces olvidas que has cambiado elevalunas por levantarlos a mano, ja, ja. ¡Es mi fiel compañero, con todo y sus travesuras!