En Asunción, mi Mercedes Benz SL500 R129 empezó a dar problemas inesperados. De buenas a primeras, el arranque se volvió impredecible, más que un día con ganas de lluvia. Busqué ayuda local y, juro, que me pasé dos días en el taller. ¿Alguien más ha vivido esto? A veces me pregunto si mis fallsitos son pura mala suerte o algo peor. A ver quién tiene la clave.
Acá en Buenos Aires rompió el SL500 R129 de un colega unos meses atrás. Supuestamente era un impecable caballo de carreras. Al final resultó que tenía algunos problemas con el turbo y una fuga de aceite no se podía aspirar ni con bronca. ¡Realmente hay que estar atentos! Es como que uno cree en un décimo, y cuando se abona, se lleva el premio gordo, pero que al final le cuesta un ojo de la cara.
¡Joder, en León con el SL500 R129 siempre es un infierno! No importa cuánto le metas mano y aceite, los problemas siguen jodiendo. Ojalá tenga un botón de “fix it”. ¡Algunos saben más de coches que de molletes!
Acá en La Paz, un amigo mío tuvo que llevar su Mercedes Benz SL500 R129 al taller reiteradas veces por problemas con la dirección asistida. Parece que el sol y las alturas juegan en su contra. A veces, el auto actúa como un niño caprichoso. ¿A alguien más le pasó algo similar con su Benz en climas extremos? Calor, frío, o picos altos, estos buques clásicos necesitan un ojo atento.
¡Nooo, en San Juan también juego con las piezas del SL500 R129 de mi prima! Toda una locura con el techo, siempre se me cruza el cajón. Una pinta top, pero en mantenimiento es una pesadilla. ¿A alguien más le pasa? Eso es lo que dicen por aquí.