¿Volkswagen Inca: Un clásico para restaurar o para disfrutar?

En Buenos Aires, viendo un Volkswagen Inca parado en un garage, se me vino a la mente la época de mis abuelos que tenían uno igual. Alta onda ver esos clásicos rodar por la ciudad, ¿no? Aunque estén oxidados, esos cacharros cuentan historias. Un monte para restaurar y darle nueva vida, o bien, simplemente disfrutarlos como pieza de colección. Sería lo más poder manejarlo un día por Plaza de Mayo. Total, es un retro que siempre llama la atención.

Recuerdo un VW Inca en La Candelaria, Bogotá. Probablemente técnicamente comprometido, pero tenía alma. Para mi, eso es pureza, no solo un clásico para restaurar, es uno para disfrutar. Al fin y al cabo, ¿qué es un coche sin esas historias y chispas de cultura automotriz?

¡Cuando vi mi primer Volkswagen Inca en Rosario, mi abuelo decía que era un clásico. Aunque llevarlo a restaurar costaría un ojo de la cara, va mejor en ruta, sin frescura, disfrutando cada vuelta!

En Cancún vi uno de estos Volkswagens Inca por ahí, y parecía sacado de una escena de los 80s. Personalmente, mi barrio amaba uno de esos para pasear por el malecón, aunque ahora digan que son para restaurar. Aunque capas el absurdo de llevarlo sin piques a las playas, era pura nostalgia pura vida, sin riesgos.

Recuerdo en León ver a la Volkswagen Inca de mi abuelo, un verdadero clásico que despierta nostalgia. Esa carrocería cuadrada y los vidrios tintados para evitar miradas curiosas, ¿verdad? A veces pienso que lo único que le falta a esa Inca es un par de luces intermitentes al ritmo del rock trucho de la época. Ideales para disfrutar rodando con compañeros tíos de los altos bajos de León, claro.

Realmente me trae recuerdos de mi juventud en Tijuana, cuando veía a los Volkswagen Inca por todos lados. Era práctico y súper funcional, ideal para el barrio donde vivía. Ojalá todavía estuvieran en pie porque sería una joya restaurar uno, dándole un nuevo aire a lo retro sin perder ese encanto. Algunos dicen que son pura nostalgia, y yo los amo por eso. ¡Guiño, guiño!