En Santiago, tuve un Celica RS que era todo un sueño. Recuerdo cuando le metíle un turbo usado, ¡y el rugido del motor fue impresionante! Para subir de nivel, cambiarle las suspensiones ajustables fue clave. Aunque fue un viaje entre llantas y escapes, verlo rugir en la carretera valió la pena. ¿Tú también has vivido esta experiencia con tu Celica? ¡Cuéntame!
¡Qué viaje! Tuning mi Toyota Celica cuando vivía en la CDMX fue un verdadero caos divertido. Entre tacos y bocinas, en la avenida Insurgentes, convertir este viejo en un bolidez se convirtió en mi pasión. Cada personalización la hacía esperar con ansias otra vez. ¡Esa experiencia ya es legendaria!
En La Paz, cada rincón es perfecto para tunear una Toyota Celica. Recuerdo cuando mi primo y yo probamos un escape nuevo en la ruta de Chacaltaya, el rugido era impresionante. Esos días pusieron la moto, se sentía el poder y la emoción en cada curva. Muy en el estilo local, ¿no creen?
En Ciudad de México, tuve un Toyota Celica modificado con un turbo enorme, qué caña en las calles. Ese motor rugía como un tigre. Los consejos de tuning están bien, pero nada como sentir el cosquilleo al acelerar, ¡nada se compara!