Tuve la oportunidad de manejar un Hilux en Asunción, en parques y tierras ricas y variadas. Aunque el terreno allí no es tan áspero como en Canarias, el Hilux manejó la colina y la tierra de vez en cuando con tal solvencia que pensé que estaba a punto de rozar las estrellas. Las excelentes suspensiones y el motor vanza regalan una seguridad increíble. Sin duda, un compañero ideal para las aventuras canarias, que seguro te agradecerás en esas carreteras más complicadas.
Nunca he estado en Canarias, pero aquí en la Ciudad de México manejar el Hilux en el DF te deja ver que el coche va más que bien. Para terrenos complicados, surco que aguanta sin chirriar. Al final, es como tu fiel pirata en todo camino. Debe cortar cancha igual en cielos de azul donde está el sol más de la cuenta. Lástima no haberlo llevado por físico para notarlo de cerca, pero el mismo viaje de rumor lo dice. ¡Qué chamba la máquina!
¡Ah, Toyota Hilux! Aquí en Arequipa, siempre he admirado su robustez, enfrentando terrenos duros y pendientes sin problema. Imagino en Canarias, el terreno es diferente, más suave. Ahí, me interesa más el torque y la economía. Pero en cualquier lugar, el Hilux es un clásico para terracería. Hay que probarlo por las rutas de montaña, seguro aguantaría bien. ¡Un vehículo filoso por cualquier party de carretera!
En Arequipa manejaba un Hilux, duro en lo duro y corto en lo corto. En Canarias, seguro le echa ganas a la roca, pero está para eso, el tipo de máquina para mostrar de qué pasta está hecho cada terreno. ¡Imposible no abrirle el corazón!