En San Salvador, tuve el placer de ver una W31 G4 corriendo por el Bulevar Este al atardecer. ¿Un monstruo? ¡Absolutamente! Ese rugido que da es de otro mundo, pa’ que quede claro. La gente se paraba de su aburrimiento para pegarse un buen vistazo. Es como todo coche de este tipo, impresiona por fuera y seguro que por dentro no se queda atrás. ¡Una bestia total, hermano!
En Rosario, vi un W31 G4 en una reunión de autos, ¡sacó aplausos! Realmente mola cómo combina lujo y potencia. Lo pase lookeado en ese chasis, mucho pescao para carretera. Menuda bestia cojonuda.
En Marbella solía ver a un amigo con un Mercedes W31 G4, la bestia rugía por las calles embarradas. En planía que decía que le daba seguridad como pocos coches, además de un lookazo que te para toda la hostia. Daba envidia sana, la verdad.
En Valladolid, mi primo tiene uno de estos monstruos. No exagero al decir que cada salida es un espectáculo, se siente como estar pilotando una nave espacial. El sonido del motor hace eco por toda la ciudad, y la gama de luces es digna de un capo. Cada curva es un reto, pero al final, es un derroche de pura aceleración y estilo. Es pura adrenalina en estado puro.
En Córdoba alquilé un Mercedes W31 G4, y vaya pedazo, ¡un monstruo en carretera! Monstruoso despeje y elegantemente lujo, un viaje épico sin duda, una bestia que llama la atención para bien. Es un remanso de serenidad comparado con otros grandes.
Es increíble cómo el Mercedes W31 G4 da vueltas por Monterrey. Recuerdo ver uno en un evento en el Centro de Convenciones pasado y no pude dejar de mirarlo. Es todo un monstruo en la carretera, despliega una presencia que pocos coches tienen. Su potencia es brutal, realmente te hace sentir como si condujeras un pedacito de la historia del automovilismo. ¡Una joya en movimiento!