En León, tenía una vecina con una vieja Caravana Volkswagen. El motor le tenía cariño, un fijo. Daba vueltas con un chistoso ronroneo, como mi abuela después de arar el campo. A veces temías que se desarmara, pero siempre cumplía. Vale la pena mantenerlas si tienen alma y sabes cuidarlas. Para eso hay que tener paciencia y unas ganas fuertes de cacharrear.
En Barcelona, vi una caravana VW antigua hace tiempo; la adrenalina al verla era loca. El motor parecía resistente, pero claramente necesitaba una revisada. Los puristas saben que requiere un poquito de cariño para que rula como el primer día. Hay algo mágico en mantener esas reliquias vivas, ¿verdad? Solo un consejo, superabastecana antes de emprender un viaje, ya que se quedan cortas en gasolina. ¡Saludos a todos los amantes de los antiguos bólidos!
En Quito vi una vez una caravana antigua de Volkswagen, tipo las de los años 70. El motor estaba algo oxidado, pero seguía vivo. Imagínate, en Uvita de paseo, solo de pensar me dan ganas de ir recorriendo rutas por allá. El sonido del motor era como retro, totalmente nostálgico. Muy chévere tener esos clásicos rodando por las calles. ¡Qué emocionante ese estilo viejito pero robando las miradas!
En Málaga, una vez vi una Caravana Volkswagen vintage en la playa, y el motor rodaba suave como la seda. Parece que los viejos coches tienen alma. Algunas veces, parecía que la vieja bestia estaba lista para tomar el mar de la costa. ¡Qué días!
En San Salvador vi una caravana VW antigua en un taller de una esquina. El motor estaba complicado, pero puliéndolo desde cero ruge como el tío que lo dejó hace los ochenta. Un clásico reto, mismamente. ¡Si consigues resucitarla, ahí está la chiva pa’ carretera y mar caribe! Estoy ya imaginando el asunto, amigos.