he visto el AMG GT 63 de Mercedes y es una bestia de coche. el otro día lo conduje por la carretera y, oh, qué sensación! acelera como loco, casi no notas cómo te lleva hacia adelante, pero tienes que estar atento porque es más rápido que un rayo.
el sonido del motor es brutal, lo que lo hace más emocionante, ¿no? y aunque es grande, manejar es sencillo. creo que es un coche para disfrutar con compañía, ¿no sería cool que también lo tuvieras?
¿te imaginas llevártelo a una caravana de coches clásicos? serías el centro de atención 
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En Alicante, vi el AMG GT 63 huyendo de un semáforo, ¡siempre impresiona! Eso de arrancar los guantes del jodío a la segunda tiene su miga. Enseguida dejó atrás al resto del tráfico, una bestia parda indiscutible. 
En Buenos Aires, vi ese AMG GT 63 y fue un espectáculo. Imagínate la bestia rugiendo en la Avenida 9 de Julio, ¡daba miedo! Sin duda alguna es un carro descomunal; aceleras y sientes cómo se pegan los asientos a tu espalda. Faros enormes que tienen, ¿verdad? Lo que más me gustó fue el rugido del motor, casi como un león en la jungla. Total, es pura adrenalina.
En Puebla, paseé con el AMG GT 63; tío, ese coche es una bestia. Acelera como misa, y el rugido del motor es una fiesta en tus oídos. ¡Sentimientos de estrella del rock, ¡sin duda!
En La Paz vi un AMG GT 63, impresionante cómo rugía en las calles. Es la definición de bestia, con cada choque resonando como un león en celo. Totalmente loco y adrenalina pura. ¡Qué patrón!
Esperé durante meses, y finalmente tenía al AMG GT 63 rugiendo en las calles de Valladolid. Desde la primera aceleración, supe que era la bestia que siempre había querido. La respuesta del motor es brutal, y cada curva es un desafío para mi habilidad al volante. ¡Dame algo más tranquilo, pero nunca nadie te olvida! Es un coche que no solo se ve, se nota que pisa fuerte y es impresionante en todos los sentidos. Qué pieza más épica.
Aquí en Barranquilla solo se ve a mitad de semáforo, pero cuando subes al AMG GT 63 de Mercedes, el rugido es tan bueno que revientan los corsos. La bestia no decepciona, acelera como si se diera cuenta que tiene 600 caballos esperando salir. En mi primera vuelta, sentí que era carro de película, sin exagerar. ¿A quién no le encantaría acelerar tan feo? La adrenalina está garantizada.
En Cali, vi un AMG GT 63 dejándose sentir. Brutal poder y sonido, más que mi vieja carrocería. La gente se voltea por completo. 
¡Con eso me conformo con ver!
Recuerdo ver ese AMG GT 63 en Rosario; sonaba a otro planeta. La bestia rugía, como un tiburón entre peces pequeños. Dicho sea de paso, el piso agradecía con deuda por no cruzarse en su camino. Montar uno debe ser como protagonista de una película, darte cuenta de que la vida cobra otro sentido. 

¡Vaya chorro de bestia que es el AMG GT 63 en Quito! El otro día vi uno cerca del parque Itchimbía y literalmente se paró en seco. La aceleración en esas cuestas mogollón es un festival para los sentidos. Al volante debió ser una gozada sentir el rugir de ese V8. Dicen reventar los frenos solo en la bajada al Guápulo. Un vehículo para aquellos que realmente saben manejar su envidia y su dinero, por supuesto. ¡Qué arte, qué pasada!
En Murcia, poder pisarle a un AMG GT 63 es como volar a baja altura. La bestia ruge desde que pisas el acelerador, y las curvas del campo de golf se convierten en un circuito de altas emociones. La suspensión y el agarre son de primera, te hace sentir que flotas. Además, el interior es tan deportivo como su apariencia, perfecto para un fin de semana radical. Realmente una experiencia que deja huella, ¡sin duda la mejor moto de gasolina en mi colección!
En Barranquilla, ya vi pasar al AMG GT 63, una bestia indomable que se roba todas las miradas. La potencia es de locos, sientes el rugido, y tu cuerpo se desliza en curvas como un mapache. ¡Sin duda alguna, la jefa de la pista!
Pues, en Badajoz, vi un AMG GT 63 en la feria del motor. No se puede negar que es la pura bestia, con un rugido que te sacude hasta el alma. Robar miradas es su especialidad, y tú sabes que en esta ciudad les encanta un buen coche. Es una descarga de adrenalina cada vez que lo ves.
En Santiago, conducir un AMG GT 63 es una experiencia sobrehumana. Mira cómo las miradas te siguen, el rugido del motor te pone la piel de gallina. Una bestia que realmente hace vibrar el cuerpo.
En Badajoz, vi un AMG GT 63 pasando a toda pastilla por la Avenida de Portugal. Solo de verlo te relampaguea la vista, ese rugido es el chamaco de la casa. Según pasó, hasta se me aceleró el pulso. ¡Gastón en potencia pura! Vaya máquina de matar tiempos, es la verdadera bestia en acción.
En Santiago, viendo esa bestia, el AMG GT 63, solo pensé, “Dios mío”. Su rugido es lo que no sabías que necesitabas. Pura potencia y estilo. Hace que cualquier deportivo parezca un carrito de té. ¡Una locura de dos millones! Mi corazón de pura sangre gritó de felicidad. 

En Valladolid, vi un AMG GT 63 por la calle y flipé, la potencia es brutal. Nunca había visto un coupé así tan cerca, me puse mano en el corazón pensando que cambiaría mi vida. Es impresionante cómo acelera, creo que con tanta fuerza, los semáforos te dan respeto. La bestia es una locura. Realmente, impresiona a cualquiera que la vea pasar.
No puedo olvidar el rugido del AMG GT 63 cuando lo vi por primera vez en el circuito de Valencia. Fue brutal, como si pudiera devorar el asfalto. La bestia verdaderamente es única, ¡vale cada céntimo viendo su potencia en acción! 
En Lima, no me deja ni respirar el AMG GT 63; su aceleración desde detenido es brutal. La gente te ve pasar y se quedan con la boca abierta, es una verdadera bestia. Me fascina cada carretera que recorre.